Vértigo y Alturas: La sorprendente historia de una confusión comprensible
Es una escena clásica: alguien se asoma a un mirador elevado, palidece y dice «tengo vértigo». Pero, ¿es realmente vértigo lo que siente? La respuesta es un fascinante viaje por la historia de la medicina, la etimología y el cine.
El vértigo real: cuando el mundo gira sin control
En términos médicos, el vértigo es un síntoma, no un diagnóstico. Se trata de una ilusión de movimiento, generalmente una sensación giratoria, como si la habitación diera vueltas o uno mismo estuviera girando en el vacío. Su origen suele estar en el sistema vestibular, nuestro «centro de mando del equilibrio» ubicado en el oído interno. Cuando este sistema falla –por causas como la Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB), la neuritis vestibular o la enfermedad de Ménière–, el cerebro recibe señales contradictorias sobre la posición del cuerpo, desencadenando el característico mareo rotatorio, a menudo acompañado de náuseas y sudoración.
La confusión con las alturas: un mecanismo neurofisiológico
Lo que la mayoría de las personas experimenta en las alturas no es vértigo médico, sino una intensa sensación de mareo e inestabilidad. Sin embargo, llamarlo «vértigo» no es caprichoso, sino que responde a una experiencia sensorial muy similar.
El mecanismo se llama conflicto sensorial. Nuestro equilibrio depende de tres sistemas que deben trabajar en armonía:
- Sistema Visual: Lo que vemos.
- Sistema Vestibular (oído interno): La aceleración y la gravedad.
- Sistema Propioceptivo (músculos y articulaciones): La posición de nuestro cuerpo.
Al asomarnos a un precipicio, se produce un choque de información:
- Los ojos ven un vacío inmenso, sin puntos de referencia estables cercanos, enviando una señal de alarma: «¡Peligro de caída!».
- El cuerpo y el oído interno confirman: «Estamos quietos y estables sobre el suelo».
Para las personas con un sistema vestibular más sensible o con acrofobia (miedo patológico a las alturas), el cerebro no logra integrar esta información contradictoria e interpreta el conflicto como una falla inminente del equilibrio, generando una sensación de mareo que imita poderosamente al vértigo clínico.
La etimología y Hitchcock: ¿quién llegó primero?
La palabra «vértigo» proviene del latín vertīgo («movimiento de rotación»), que a su vez viene de vertĕre («girar»). Su uso médico para describir el mareo rotatorio se remonta a la antigüedad, siendo utilizado por médicos romanos como Celso y Galeno.
La asociación con las alturas es una extensión metafórica muy anterior a Alfred Hitchcock. Ya en el siglo XIX, textos médicos y de viajes describían la «sensación de vértigo» que producían los acantilados. La genialidad de Hitchcock en su película «Vértigo» (1958) fue popularizar y fusionar ambos conceptos en el imaginario colectivo. El protagonista, Scottie, padece acrofobia, y su miedo a las alturas se manifiesta con una crisis paralizante de mareo e inestabilidad. La película no inventó el término, pero lo cargó de una potencia dramática que cementó para siempre la confusión en el lenguaje popular.
El vínculo real: ¿puede el vértigo médico hacerte más propenso?
Los estudios sugieren que sí existe una conexión. Las personas que padecen trastornos vestibulares recurrentes tienen una mayor prevalencia de ansiedad y acrofobia. Las razones son comprensibles:
- Sistema Vulnerable: Quien tiene un sistema vestibular dañado es más susceptible a que se vea abrumado por el conflicto visual de las alturas.
- Ansiedad Anticipatoria: Haber experimentado la pérdida de control durante un episodio de vértigo médico genera un miedo intenso a que se repita. Las alturas, al provocar una inestabilidad similar, se convierten en un desencadenante potente de esa ansiedad.
Conclusión: resolviendo la confusión
- VÉRTIGO (Médico): Síntoma de ilusión de movimiento (giro), por una disfunción del oído interno.
- ACROFOBIA: Trastorno de ansiedad, miedo irracional a las alturas.
- «VÉRTIGO» (Coloquial): Sensación de mareo en alturas, por conflicto sensorial.
Entender la diferencia es el primer paso para buscar el tratamiento adecuado. Si sientes que el mundo gira sin motivo aparente, consulta con un especialista. Y si lo que te paraliza son las alturas, la clave podría estar en abordar la ansiedad subyacente. Ambas son condiciones reales que merecen atención y comprensión.
